Un sistema de
producción, le otorga a un empresario o fabricante una estructura que facilita
la descripción y ejecución de un proceso productivo; es decir, es la
automatización de la producción en sí misma. Un sistema de producción, también
implica facilidades para la definición de reglas, mecanismos para acceder a una
o más bases de conocimientos y datos; especificar una estrategia de control de
cómo cada regla debe ser procesada y así resolver conflictos que puedan
presentarse. En la Revolución Industrial, surge el carbón como fuente de
energía para alimentar las máquinas de vapor; esta Revolución surge con el fin
de conseguir una producción más rápida y abundante.
Con
la incorporación de máquinas herramientas de control numérico y sistemas cada
vez más automáticos y complejos, así como la progresiva incorporación de la computadora
en su control y en las oficinas técnicas, ha cambiado drásticamente la forma de
trabajar en las empresas. Estas nuevas condiciones de trabajo, se producen como
consecuencia no sólo de una evolución de las tecnologías provenientes de
diversos campos de la ciencia y la técnica, sino también de un cambio del
escenario socioeconómico, que ha obligado ha realizar importantes cambios en la
filosofía de producción y en consecuencia en los métodos y sistemas utilizados.
Los cambios tecnológicos, se suceden rápidamente y las
empresas deben competir dentro de un mercado global ofreciendo productos
constantemente renovados, con una progresiva reducción en los ciclos de vida
útil, un aumento en la variedad (complejidades, materiales, tamaños, formas) y
con exigencias de calidad cada vez mayores. Para satisfacer las necesidades de
este nuevo tipo de mercado, la empresa debe contar con sistemas de producción
capaces de dar mayor rapidez de respuesta a las demandas (reducción de los
plazos de entrega), con costes competitivos.
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